LECTURA
Nº15
En
aquel tiempo no tubo ningún amigo. También allí era distinto a
todos. Era
torpe, lento, sin gracia. No se ganaba la simpatía de los
profesores ni de los muchachos. En el recreo, se sentaba solo en un
banco y veía jugar a los demás, sin alegría. Únicamente, a veces,
en la iglesia lloraba, sin saber por qué. El maestro de Catecismo y
le castigaba de rodillas. Durante las vacaciones de verano se
encerraba en su casa, jugando con cajitas de cerillas, bolas de
cristal, estampas y rosarios. Hizo un pequeño altar con pedacitos de
vela y enterraba a los pajaritos muertos. En una ocasión, su padre
le trajo a un caballo de cartón. Se le rompió una oreja, y el
agujero negro le producía mucho miedo. Lo escondió en una
habitación, y no jugaba nunca con él. El quería ser santo, como
otros niños quieren ser aviadores o toreros.
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