miércoles, 3 de abril de 2013

EL TAMBORILERO MÁGICO

Este es un cuento de 
GIANNI RODARI

Érase una vez un tamborilero que volvía de la guerra. Era pobre, sólo tenía el tambor, pero a pesar de ello estaba contento porque volvía a casa después de tantos años. Se le oía tocar desde lejos: barabán, barabán, barabán...
Andando y andando encontró a una viejecita.
Buen soldadito, ¿me das una moneda?
Abuelita, si tuviese, te daría dos, incluso una docena. Pero no tengo.
¿Estás seguro?
He rebuscado en los bolsillos durante toda la mañana y no he encontrado nada.
Mira otra vez, mira bien.
¿En los bolsillos? Miraré para darte gusto. Pero estoy seguro de que... ¡Vaya! ¿Qué es esto?
Una moneda. ¿Has visto cómo tenías?
Te juro que no lo sabía. ¡Qué maravilla!
Toma, te la doy de buena gana porque debes necesitarla más que yo.
Gracias, soldadito —dijo la viejecita—, y yo te daré algo a cambio.
¿En serio? Pero no quiero nada.
Sí, quiero darte un pequeño encantamiento.
Será éste: siempre que tu tambor redoble todos tendrán que bailar.
Gracias, abuelita. Es un encantamiento verdaderamente maravilloso.
Espera, no he terminado: todos bailarán y no podrán pararse si tú no dejas de tocar.
¡Magnífico! Aún no sé lo que haré con este encantamiento pero me parece que me será útil.
Te será utilísimo.
Adiós, soldadito.
Adiós, abuelita.
Y el soldadito reemprendió el camino para regresar a casa. Andando y andando... De repente salieron tres bandidos del bosque.
¡La bolsa o la vida!
¡Por amor de Dios! ¡Adelante! Cojan la bolsa. Pero les advierto que está vacía.
¡Manos arriba o eres hombre muerto!
Obedezco, obedezco, señores bandidos.
¿Dónde tienes el dinero?
Lo que es por mí, lo tendría hasta en el sombrero.
Los bandidos miran en el sombrero: no hay nada.
Por mí lo tendría hasta en la oreja.
Miran en la oreja: nada de nada.
Os digo que lo tendría incluso en la punta de la nariz, si tuviera.
Los bandidos miran, buscan, hurgan. Naturalmente no encuentran ni siquiera una perra chica.
Eres un desarrapado —dice el jefe de los bandidos—. Paciencia. Nos llevaremos el tambor para tocar un poco.
Cogedlo —suspira el soldadito—; siento separarme de él porque me ha hecho compañía durante muchos años. Pero si realmente lo queréis...
Lo queremos.
¿Me dejaréis tocar un poquito antes de llevároslo? Así os enseño cómo se hace ¿eh?
Pues claro, toca un poco.
Eso, eso —dijo el tamborilero—, yo toco y vosotros (barabán, barabán, barabán) ¡y vosotros bailáis!
Y había que verles bailar a esos tres tipejos. Parecían tres osos de feria.
Al principio se divertían, reían y bromeaban.
¡Ánimo, tamborilero! ¡Dale al vals!
¡Ahora la polka, tamborilero!
¡Adelante con la mazurka!
Al cabo de un rato empiezan a resoplar. Intentan pararse y no lo consiguen. Están cansados, sofocados, les da vueltas la cabeza, pero el encantamiento del tambor les obliga a bailar, bailar, bailar...
¡Socorro!
¡Bailad!
¡Piedad!
¡Bailad!
¡Misericordia!
¡Bailad, bailad!
¡Basta, basta!
¿Puedo quedarme el tambor?
Quédatelo... No queremos saber nada de brujerías...
¿Me dejaréis en paz?
Todo lo que quieras, basta con que dejes de tocar.
Pero el tamborilero, prudentemente, sólo paró cuando les vió derrumbarse en el suelo sin fuerzas y sin aliento.
¡Eso es, así no podréis perseguirme!
Y él, a escape. De vez en cuando, por precaución, daba algún golpecillo al tambor. Y enseguida se ponían a bailar las liebres en sus madrigueras, las ardillas sobre las ramas, las lechuzas en los nidos, obligadas a despertarse en pleno día...
Y siempre adelante, el buen tamborilero caminaba y corría, para llegar a su casa...

PRIMER FINAL: SE APROVECHA DEL TAMBOR PARA HACERSE RICO

Andando y andando el tamborilero empieza a pensar: «Este hechizo hará mi fortuna. En el fondo he sido estúpido con aquellos bandidos. Podía haber hecho que me entregaran su dinero. Casi casi, vuelvo a buscarles...»
Y ya daba la vuelta para volver sobre sus pasos cuando vio aparecer una diligencia al final del sendero.
He ahí algo que me viene bien.
Los caballos, al trotar, hacían tintinear los cascabeles. El cochero, en el pescante, silbaba alegremente una canción. Junto a él iba sentado un policía armado.
Salud, tamborilero, ¿quieres subir?
No, estoy bien aquí.
Entonces apártate del camino porque tenemos que pasar.
Un momento. Echad primero, un bailecito.
Barabán, barabán... El tambor empieza a redoblar. Los caballos se ponen a bailar. El cochero, se tira de un salto y se lanza a menear las piernas. Baila el policía, dejando caer el fusil. Bailan los pasajeros.
Hay que aclarar que aquella diligencia transportaba el oro de un banco. Tres cajas repletas de oro. Serían unos trescientos kilos. El tamborilero, mientras seguía tocando el tambor con una mano, con la otra hace caer las cajas en el sendero y las empuja tras un arbusto con los pies.
¡Bailad! ¡Bailad!
¡Basta ya! ¡No podemos más!
Entonces marchaos a toda velocidad, y sin mirar hacia atrás...
La diligencia vuelve a ponerse en camino sin su preciosa carga. Y hete aquí al tamborilero millonario... Ahora puede construirse un chalet, vivir de las rentas, casarse con la hija de un comendador. Y cuando necesite dinero, no tiene que ir al banco: le basta su tambor.

SEGUNDO FINAL:LO USÓ PARA IMPEDIR ACTOS INJUSTOS

Andando y andando, el tamborilero ve a un cazador a punto de disparar a un tordo. Barabán, barabán... el cazador deja caer la carabina y empieza a bailar. El tordo escapa.
¡Desgraciado! ¡Me las pagarás!
Mientras tanto, baila. Y si quieres hacerme caso, no vuelvas a disparar a los pajaritos.
Andando y andando, ve a un campesino que golpea a su burro.
¡Baila!
¡Socorro!
¡Baila! Solamente dejaré de tocar si me juras que nunca volverás a pegar a tu burro.
¡Lo juro!
Andando y andando, el generoso soldadito echa mano de su tambor siempre que se trata de impedir un acto de prepotencia, una injusticia, un abuso. Y encuentra tantas arbitrariedades que nunca consigue llegar a casa. Pero de todas formas está contento y piensa: «Mi casa estará donde pueda hacer el bien con mi tambor».

TERCER FINAL: LO ABRE PARA DESCUBRIR COMO FUNCIONA

Andando y andando... Mientras anda, el tamborilero piensa: extraño encantamiento y extraño tambor. Me gustaría mucho, saber cómo funciona el encantamiento.
Mira los palillos, los vuelve por todos lados: parecen dos palitos de madera normales.
¡A lo mejor el secreto está dentro, bajo la piel del tambor!
El soldadito hace un agujerito en la piel con el cuchillo.
Echaré un vistazo —dice.
Dentro no hay nada de nada.
Paciencia, me conformaré con el tambor como es.
Y reemprende su camino, batiendo alegremente los palillos. Pero ahora ya no bailan al son del tambor las liebres, las ardillas ni los pájaros en las ramas. Las lechuzas no se despiertan.
Barabán, barabán...
El sonido parece el mismo, pero el hechizo ya no funciona.
¿Vais a creerlo? El tamborilero está más contento así.


¿Qué final te gusta más?

¡¡V O T A  !!

El plazo termina el próximo martes 9 de abril


ANÍMATE  Y ESCRIBE 


UN COMENTARIO INVENTÁNDOTE 

OTRO FINAL, ¡¡LA IMAGINACIÓN AL PODER!!

En la encuesta ha ganado el segundo final, coincidiendo con la opinión del autor. 

FINAL DEL AUTOR:

El primer final no me gusta: ¿cómo un tamborilero alegre y generoso se va a convertir de repente en un salteador de caminos? El tercer final no me va: me parece una maldad poner fin a la magia para castigar una pequeña, inocente curiosidad. La curiosidad no es un defecto. Si los científicos no fueran curiosos, nunca descubrirían nada nuevo. Estoy por el segundo.



¡¡ G R A C I A S   POR   P AR T I C I P A R !!

8 comentarios:

  1. Soy Carlos:
    PIERDE LOS PODERES:
    Después de andar un rato se encontró con una bruja hechicera y el tamborilero empezó a tocar porque la bruja quería convertir un caballo en una rata y barabá , barabá barabá empezó a tocar , pero después de un rato esta pensó un hechizo para que dejara de bailar y dijo:
    - Abra cadabra pata de cabra
    Y dejó de bailar , más tarde le echó un truco contra este hechizo y el tamborilero se puso triste y se fue a su casa . FIN

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  2. Lucía Verdegay Fernández6 de abril de 2013, 4:26

    LO VENDIÓ

    Andando y andando …, se encontró con un chico que era rico y se creía importante por eso.
    Cuando vio el tambor y el efecto que tenía se encaprichó de él. Estaba dispuesto a pagar 1.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000. € por el tambor.
    El hombre no pudo resistirse a dicha cantidad y se lo vendió.
    Más tarde, la abuelita se entero de lo ocurrido y le quitó sus poderes al tambor. Después, como es lógico, el niño quiso que le devolvieran su dinero, y así sucedió. Al final, el hombre se quedó sin tambor y sin dinero.
    Realizado por: Lucía Verdegay Fernández
    Fin

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  5. LE QUITÓ EL HECHIZO

    Después de andar y reflexionar un poco, pensó “¿Y si me estoy aprovechando del hechizo para hacer bailar a la gente? ¿Y si eso es malo? Volveré con la bruja para decirle que me quite el hechizo, pues la tentación no sé hasta donde me llevará, pero si la bruja le quita este poder, ya no habrá tentación que valga, y volveré a casa tranquilo, que se me están cansando la piernas y las manos, de tanto andar y tocar el tambor.”
    Y así hizo. Volvió con la bruja, esta le quitó el hechizo (ella, pensando: “ Y yo que se lo había puesto va el listo y quiere que se lo quite. Bueno, supongo que será por una buena razón, espero...” ) y el tambor se quedó como uno cualquiera, con su percusión y música.
    FIN

    Realizado por: María Martínez Bedmar 6ºB

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  6. LE ATACAN UNOS NINJAS:
    Un día el tamborilero iba paseando mientras tocaba el tambor, estaba contento porque algunos amables nobles le dieron dinero, estaba a cinco metros de su casa cuando de repente aparecieron varios ninjas, el tamborilero empezó a tocar y se dio cuenta de que no les afectaba el hechizo y pensó "¡MADRE MÍA! ¿Qué es esto? Ah... Ya recuerdo, la bruja me avisó de unos malvados ninjas a los que no les afectaba ninguno de sus poderes. Puff... La que me espera" Le rodearon y el tamborilero se defendió con lo único que tenía que podría hacerle daño a alguien: Las baquetas de su tambor.

    Se puso como loco y empezó a mover las baquetas tan rápido que ni él mismo se lo creía "Lo que puedo llegar a hacer cuando me siento amenazado" pensó. Uno por uno les fue debilitando haciendo cosas como darles patadas en sitios muy dolorosos, meterles las baquetas en los ojos...

    Al final los dejó a todos inconscientes ya que les tiró lo prime a la cabeza (incluyendo un gato que pasaba por allí). Cuando se dio cuenta de lo que había hecho se quedó muy satisfecho y entró a casa para ver a su familia y contarles por todo lo que había pasado.
    FIN.

    Daragh O'Brien Arias 6ºB

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  7. LOS BANDIDOS REAPARECEN:

    Después de unos meses el tamborilero era famoso en la ciudad por sus riquezas que robaba a la gente de la calle. Se pasó y llegó a comprarse hasta una casa.
    Un día los vecino quejándose intentaron entrar al ayuntamiento y ponerle una denuncia, pero los policías no querían meterse en líos para que les mataran de cansancio el tamborilero.
    Los bandidos a los que habían sido los primeros en probar el efecto del tambor se colaron en casa del tamborilero y robaron el tambor.
    Al día siguiente los bandidos eran los que robaron y volvieron a dejar al tamborilero pobre.
    Los bandidos desaparecieron y años después fue la noticia de que uno había sido atropellado, otro se había suicidado por problemas del trabajo y otro murió en un crucero por el mediterráneo se había ahogado, con lo cual que el tambor ya no pertenecía a nadie y el tamborilero lo encontró bajo tierra, pero ya sin efecto y se hizo rico no por robar, sino por el merito de tocar el tambor muy bien.

    Mario Fernández Sánchez

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  8. LE INVITARON A UNA FIESTA
    Mientras caminaba por el bosque empezó a imaginarse que estaba en un concierto y tocaba su tambor, barán barán, prrrum, prrum. Un muchacho que había cerca le oyó tocar el tambor y le dijo:
    -Hola señor, no he podido evitar acercarme al perfecto sonido que produce su tambor. Me llamo Andrés. Se aproxima el cumpleaños de mi prima Laila de 20 años y lo vamos a hacer en un local. Si no le importa ¿Podría tocar un poco para mi prima? Le encantan los tambores y le pagaremos bien, tranquilo.
    El tamborilero aceptó y el día del cumpleaños se vistió formal y tocó y tocó hasta casi no poder parar por el ritmo. Como seguía teniendo el efecto para la prima del muchacho fue el mejor pero más agotador cumpleaños que había tenido ( por ahora). Le pagaron lo suficiente como para ser rico mes y medio
    Fin
    Realizado por:
    Sabina Richards Fernández 6ºB

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