sábado, 11 de febrero de 2012

EL MUÑEQUITO


EL MUÑEQUITO

Erase una vez, un muñequito de trapo creado por un fabricante muy famoso. Solía sacar sus muñecos a la venta, pero la empresa no quiso sacarlo , y no lo sacaron.

El muñequito de repente cobró vida, y lo escuchó todo.

El era, como he dicho antes, un muñequito de trapo normal y corriente: con ojos de botón, los brazos y las piernas cosidas, sin pelo, con boca de lana, sin orejas ni nariz... Pero el tenía algo en especial a parte de estar vivo, ¡es muy pequeño!
Tiene el tamaño de una goma grande, de 3x5 cm, 5 cm de alto y 3 de ancho.

Ese día el muñeco se fue de la fábrica, pues estaba harto de escuchar:

-¿Por qué no lo sacamos a la venta? ¿Es que es feo?

-Porque hemos hecho votaciones y, todos excepto tú hemos votado que no.

Además quería tener hogar donde vivir y compañía.

Salió a las afueras de la ciudad y encontró una casita en medio del campo.
Decidió meterse a ver lo que había, y encontró primero un salón, luego una cocina, subió a la planta de arriba y había una habitación rosa estilo princesa de cuento.
Estaba muy desordenada, con casitas de juguete tiradas por el suelo, los cojines y almohadas también tirados por el suelo y muchas cosas más.
Entonces el muñeco dijo:

-Argh vaya cuarto ni si quiera se esfuerzan en ordenarlo...

Un rato después escuchó unos pasos y se metió en una de las millones de casitas que había. Al terminar los pasos una niña pequeña entró en la habitación cantando:

-La la la, la la la, voy a jugar con mis casitas...

Entonces en muñeco dijo en voz baja:

-Oh no... ¡Me va a descubrir!

Y como dijo el muñeco, la niña abrió la casita donde estaba y preguntó:

-Mamá mamá, ¿me has comprado otro muñeco?

La madre dijo:

-No te he comprado ningún muñeco.

Y la niña, sin darle importancia, dijo:

-Ah, pues vale.

Subió a su habitación, miró la misma casita y el muñeco no estaba. Se había ido al cajón de la mesita de noche. La niña, llamada Ana, dijo:

-¿Eh? ¿Y ahora a donde ha ido a parar el muñeco raro?

Buscó justo en la mesita de noche y, esta vez si lo descubrió.

Sorprendida, dijo:

-Haalaa... ¡Estás vivo!

El muñequito dijo:


-Si... Hola...

Y la niña dijo:

-¡Puedes hablar! Entonces, hola soy Ana y tengo 8 años. ¿Cómo te llamas tú?

El muñeco dijo:

-Yo no tengo nombre y me han hecho hoy.

La niña dijo:

-Mmm... Pues te llamaré... Eh... Pues... No se como llamarte, pero mira, ahí tengo casitas de tu tamaño, ¡podrías vivir conmigo!

El muñeco aceptó. Pero se dio cuenta de que los muebles eran de plástico y pensó: << Aquí me rompo el culo, eso seguro >> Le dio igual que fueran de plástico o de lo que sea.

La vida le fue muy bien ahí: para comer Ana le traía el platito de plástico con unas cuantas migas de pan, o de bizcocho, y para beber hacía lo mismo con el vaso y con agua, además le puso lana a los muebles para que no estuvieran duros... Y muchas cosas más.

Un día se enteró de que lo iban a sacar a la venta, y lo llevaron a la fábrica. Ana se despidió de él, y le dijo:

-No te preocupes, cuando me veas mueve el brazo, sabré que eres tú y te compraremos.

El muñeco dijo:

-Vale, eso haré, ¡adiós!

Y eso hicieron. Ana le guardó la casita al muñeco para cuando lo comprase: la lana, la bañera con agua... Y más cosas le guardó.

FIN


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