EL
FÉNIX MÁGICO
Juan
era una niño que vivía en la edad media, en España un tiempo de
brujos y de dragones. Juan vivía con su madre, porque su padre murió
en una accidente: en un incendio. Juan era una apasionado de la
historia, era un niño muy listo pero sobre todo un tema que le
fascinaba era el tema de los seres mitológicos, como dragones, mino
tauros, grifos, centauros, hidras... Todos los días iba a un museo
que tenía muchas de las cosas que le gustaban. Pero siempre visitaba
la misma sala sobre dinosaurios y seres mitológicos. La vida de Juan
no era muy afortunada que se dijera, aparte de la muerte de su padre,
su madre trabajaba mucho y no tenía ningún hermano por lo que ha
veces se sentía un poco solo, pero esa soledad se le pasaba cuando
iba al museo. Pero un día su vida cambió para siempre. Cuando iba
de camino al museo se encontró a un fénix con una varita mágica de
fuego, que le concedió tres deseos:
FÉNIX:
Te concedo tres deseos.
JUAN:
Mi primer deseo es que vuelva mi padre.
FÉNIX:
Primer deseo concedido.
JUAN:
Mi segundo deseo es que mi madre no trabaje tanto.
FÉNIX:
Segundo deseo concedido.
JUAN:
Mi tercer deseo es tener un hermanito con el que jugar para no estar
solo.
FÉNIX:
Tercer deseo concedido.
JUAN:
Muchas gracias por hacerme tan feliz.
FÉNIX:
De nada.
Entonces
el fénix se esfumó en una en una gigantesca bola de fuego. Después,
Juan se fue como una bala a su casa a ver si se habían cumplido
todos los deseos que le concedió el fénix. Y efectivamente cuando
llegó a su casa se encontró a una niño (su hermano) jugando con su
padre y su madre con ellos, al lado.
Pero
las cosas no sucedieron como Juan se esperaba, cuando entró en su
casa nadie se acordaba de él:
JUAN:
Hola mamá, hola papá, hola hermanito.
MAMA:
Te conocemos...
JUAN:
Claro que me conoces mama soy tu hijo Juan.
PAPA:
Quien es este niño cariño.
MAMA:
No lo se
JUAN:
Si que lo sabes soy tu hijo Juan
HERMANITO:
¿Mamá quien es este niño?
MAMA:
No lo se
PAPA:
Lo siento Juan, decías que te llamabas, ¿no?, pero no te conocemos
te tengo que pedir por favor que te vayas.
Juan
salió por la puerta de su propia casa muy confundido. Pero sabía lo
que tenía que hacer, iría ha buscar al fénix para que arreglara
esta situación, pero el gran problema de este entuerto era que no
tenían ni idea de donde se encontraba el fénix.
El
primer sitio en el que se puso a buscar Juan fue en el lugar donde lo
vio, y se dispuso a ir hacia el callejón de la última vez. Pero no
tuvo mucha suerte y no lo encontró, así que se fue al museo ha ver
si allí tenía más suerte. Cuando llegó se fue directo a la sala
de los seres mitológicos, donde se encontraba la estatua del fénix.
Pero lógicamente no encontró ninguna pista que le condujera al
fénix así que volvió, al lugar donde el fénix le concedió sus
deseos.
Encontró
una pista que podría llevarle directamente al fénix una rastro de
una especie de polvo rojo que siguió y que lo llevó hacía una
gigantesca montaña roja con una cueva enorme. Pero entre tantas
pistas y sospechas a Juan le entró mucha hambre, y decidió
acercarse a un bar cercano. Afortunadamente cuando salió de su casa
se le ocurrió llevarse un poquito de dinero.
Cuando
terminó de comer, continuó con su aventura. Entró en la gigantesca
cueva que había en la montaña rojo, y se encontró un nido con el
fénix y varios huevos a su alrededor. Así que fue y le dijo:
JUAN:
Fénix me gustaría deshacer un deseo que me concediste ayer.
FÉNIX:¿Qué
me pediste?
JUAN:
Que me devolvieras a mi padre y que me dieras un hermanito. Pero
ahora ni mi hermano, ni mi padre, ni mi madre se acuerdan de nada.
FÉNIX:
Mmm... pues podría reconvertir el deseo
JUAN:
Pues hazlo.
El
fénix lo consiguió. De repente, Juan se encontraba en su casa con
su madre, su hermano, y su padre, en su cabeza pensaba:
JUAN:
Gracias fénix
FIN
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