Una
tarde de verano Juan estaba en la playa con Rufo, su perro, era un
perro muy bueno y tranquilo.
Juan
se fue a casa donde le esperaba una sorpresa agradable, al entrar a
casa, se encontró una jaula con un loro. El loro era un pichóncito
y además travieso.
Rufo
no le dio importancia pero eso iba a cambiar muy pronto al ver la
mirada de aquel nuevo compañero, Juan le nombró Pedro al ver que
decía Pedro.
Desde
aquel día Rufo le vigilaba cuando Juan se tubo que ir a comprar el
loro abrió la puerta de la jaula y estuvo caminando ya que no sabia
volar, Rufo mientras tanto dormía en su cómoda cama pero se
despertó a echar un vistazo y al ver que no estaba el pájaro en la
jaula se puso a olfatear hasta encontrar al pájaro bebiendo agua de
su cacharro.
Rufo
se alivió al ver que el pájaro bebía,el pájaro termino de beber y
se dispuso a picar a Rufo pero él se dio cuenta y lo esquivó.
-
¿Ahora, cómo lo meto a la jaula?-se preguntaba Rufo, - ¡Ya lo
tengo, llamaré a Juan para que al oír el típico: hola...
Llamó
y ¡bingo! el pájaro salió corriendo a la jaula ¡urra, urra!
Al
rato Juan llegó a casa y traía un juguete a Rufo y al pájaro un
bebedero y una puerta mas segura.
Fin
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