viernes, 11 de enero de 2013

MALA NOTICIA POR NAVIDAD



Erase una vez, el 31 de diciembre del 2012, Anabel y su familia se reunieron en su casa para estar todos juntos cuando llegue el 2013. Se lo pasaron de miedo porque se llevaron juegos, hablaron de como fue el 2012, de que esperan del 2013...¡SE LO PASABAN BOMBA!
Anabel, antes de que empezara la cuenta atrás, se retó a sí misma para conseguir para el 2013 mejorar en el instituto, no ser tan caprichosa, tratar mejor a los demás...
Por fin empezó la cuenta atrás. Todos estaban preparados listos con la primera uva en la mano para metérsela en la boca. ¡VAMOS ALLÁ! Dong. Dong. Dong. Dong. Dong...¡FELIZ 2013! Todos brindaron y se desearon un feliz 2013. Anabel quería brindar con todo el mundo, pero no encontraba a su padre. Su padre y su madre estaban divorciados, pero él había accedido a venir esa noche para estar con Anabel. De repente, se encuentra a su padre tirado en el sofá agarrándose el cuello. Anabel le dijo que parase de hacer el tonto, pero se dio cuenta que era de verdad. Pidió ayuda:

-¡SOCORRO! Papá necesita ayuda.

Todos se acercaron, y al verlo en ese estado, lo llevaron al hospital.

Anabel y su madre estaban en el hospital, llorando y esperando a que algún médico les avisara o les dijera algo. Un tiempo después, un médico se acercó y les anunció:

-Señoras, ¿son parientes del señor que ha llegado hace unos 15 minutos?

-Si.

-Lo siento pero, ha fallecido. Era ya mayor y se ha atragantado con unas uvas.

Anabel y su madre echaron a llorar, no creo que pueda describir lo que sintió, sobre todo Anabel en ese momento. Imaginaros esa horrible pesadilla que hemos tenido todos alguna vez, pero esta vez es de verdad. Toda su familia intentó calmarla, pero Anabel no entraba en razón. Le venían a la cabeza todos esos recuerdos buenos y malos que pasó con su padre.
Esa noche fue la peor de su vida. No pegó ojo. Todas las noches del 31 de diciembre han sido tan especiales. Esa no la fue. Anabel sentía un vació en su corazón tan grande que pensaba que jamás se llenaría.
Al día siguiente fue el entierro que también lo pasó fatal. Desde ese día, Anabel ya no quería hablar con nadie, solo estar sola, pensando siempre en lo mismo, sintiéndose fatal. Su madre y su familia probaron con todo: con especialistas, un psiquiatra... pero no funcionaba. Todas las metas que se había propuesto para el 2013 no fueron realizadas, ni siquiera intentadas: empeoró en el instituto, era una egoísta y trataba fatal a la gente que intentaba apoyarla, ayudarla y quererla.
Los psiquiátricos le decian a su madre con no hablaba, no contaba como se sentía, solo estaba con la cabeza hacía abajo como si estuviera pensando en algo que no podía dejar. Su madre también había recibido llamadas de tutorías del instituto porque Anabel no prestaba atención en clase, no hacía los deberes porque se pasaba el día en su cuarto, en sus asuntos...Su madre no sabía que hacer porque también afectaba a su salud: No comía, no hacía deporte...

Un mes después del accidente, Anabel se sentía muy extraña, como si una presencia le siguiera. No sabía si era una persona o a lo mejor ni era un ser vivo. Era una extraña sensación de que la vigilaban. En su casa, aunque fuese extraño, también lo sentía. “Esto es imposible. Estoy en mi cuarto. ¿Quien podría ser?” pensaba ella.

-¿Mamá?...¿eres tú?

Después de decir esto oyó una voz muy débil que decía “Nooooooo” “Yo soy tu padre”
Anabel no podía creerlo. Su padre había fallecido. No podía ser él. Aun así, preguntó:

-¿Papá?

Siiiiiiii”. “Soy yo”.

-Pero...eso es imposible...yo...

Ya se que te parece raro, pero en realidad estoy solo en tu cabeza”. “Aunque este en tu cabeza, tienes que escuchar lo que te digo: Que yo, por desgracia muriera, no significa que tengas que parar tu vida por mí.”

-Papá, yo no puedo vivir sin ti.

Hija, sigue tu vida, haz tus propósitos”. “Hazlo para que me sienta orgulloso”. “Yo siempre estaré en tu corazón”

-Papá espera, no te vayas. ¡NOOOOOOOOOO!

Se fue. Anabel no comprendía como era posible aquello. De todas formas no quiso pensarlo demasiado, porque seguro que no encontraba otra explicación que la de su padre. Se dedicó a pensar en lo que le había dicho. ¿De verdad podía continuar su vida? Si. Es más, debía hacerlo. No solo por su padre, si no por ella misma.
Decidió no contárselo a nadie. Les daría una sorpresa a todos.

Unos meses después, mejoró en el instituto, trataba mejor a los demás... Su familia no podía creerlo. Había cambiado muchísimo, cumplió todos sus propósitos y no se sentía tan mal por el accidente de su padre. Todo le fue estupendamente a partir de ese día, porque le ayudó a madurar.
FIN

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